Un musical moderno y clásico que te hará revivir tus sueños
Este fin de semana se estrenaban dos películas que tenía muchas ganas de ver, Underworld: Blood Wars y La La Land, pero tras volver a ver la entrega anterior de Underworld quedé bastante decepcionado porque la recordaba mejor y al final me decanté por ir a ver La La Land.
Además, estaba disponible en versión original y eso siempre es un plus, ya que cada vez me decepcionan más los doblajes españoles.
La película cuenta, a modo de musical, la historia de dos soñadores, Mia (Emma Stone) es una joven actriz que lleva años esperando un papel y Sebastian (Ryan Gosling) es un amante del Jazz que sueña con abrir su propio club.
Se trata de un musical poco convencional, ya que las canciones no hacen avanzar la trama como en los musicales de toda la vida, sino que reflejan los sentimientos y emociones de los personajes en cada momento, cosa que se refleja también con el uso de la música a lo largo de la película.
A algunos de mis amigos se les hizo lenta e insoportable, pero a mí sinceramente me encantó y salí muy contento del cine.
La película no solo cuenta las desventuras de estos dos personajes, sino cómo se encuentran y se ayudan mutuamente a cumplir esos sueños, siendo también una historia de amor algo diferente a las que Hollywood nos tiene acostumbrados.
Es cierto que, como comentaron mis amigos, es algo lenta, pero creo que estos cambios de ritmo están hecho aposta, ya que la película empieza muy fuerte y muy animada con números musicales divertidos y con mucho ritmo y poco a poco se va ralentizando llegando a escenas sin apenas diálogo ni música, reflejando así el ritmo de los propios sueños, que comienzan con una gran ilusión y poco a poco se van desvaneciendo.
El guión me ha parecido magnífico por lo que he comentado antes y hay una escena en particular, cuando discuten en la cena, que me impactó muchísimo, no solo por cómo estaba escrita, sino por cómo ambos actores le dieron vida.
Las actuaciones son geniales y ambos se merecían el Globo De Oro y espero que se lleven también el Oscar, aunque me también gustaría que se lo llevase Amy Adams por La Llegada.
Hubo una frase en particular que me gustó mucho y habla sobre cómo el Jazz tiene que evolucionar y no quedarse estancado en el pasado, ya que así es como desaparecerá, y esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida y a cualquier carrera.
La fotografía y cinematografía son ejemplares, sobre todo por el uso del color que es magnífico, ya que ayuda a ver la película como un sueño que brilla y se apaga y vuelve a brillar, al igual que algunos de los elementos fantásticos empleados durante los números musicales.
Hablando de los números musicales, a mí me encantaron todas y cada una de las canciones, y me gustó mucho la voz grave de Ryan Gosling, aunque la de Emma Stone me gustó pero la encontré demasiado aguda, como si estuviese cantando en falsete todo el rato.
La ambientación me chocó un poco, ya que se desarrolla claramente en la actualidad por el uso de iPhones, coches híbridos y portátiles, pero los platós y el vestuario están todos inspirados en los años 50, cosa que no explican en ningún momento, pero me imagino que se trata de un homenaje a los años dorados de Hollywood y ayudan a idealizar este sueño.
Lo que más me gustó de la película es la forma que tiene de hacerte ver que vale la pena luchar por tus sueños, sobre todo a las personas que se siguen una vena más artística.
Nota: 9.5/10
Se trata de un musical poco convencional, ya que las canciones no hacen avanzar la trama como en los musicales de toda la vida, sino que reflejan los sentimientos y emociones de los personajes en cada momento, cosa que se refleja también con el uso de la música a lo largo de la película.
A algunos de mis amigos se les hizo lenta e insoportable, pero a mí sinceramente me encantó y salí muy contento del cine.
La película no solo cuenta las desventuras de estos dos personajes, sino cómo se encuentran y se ayudan mutuamente a cumplir esos sueños, siendo también una historia de amor algo diferente a las que Hollywood nos tiene acostumbrados.
Es cierto que, como comentaron mis amigos, es algo lenta, pero creo que estos cambios de ritmo están hecho aposta, ya que la película empieza muy fuerte y muy animada con números musicales divertidos y con mucho ritmo y poco a poco se va ralentizando llegando a escenas sin apenas diálogo ni música, reflejando así el ritmo de los propios sueños, que comienzan con una gran ilusión y poco a poco se van desvaneciendo.
El guión me ha parecido magnífico por lo que he comentado antes y hay una escena en particular, cuando discuten en la cena, que me impactó muchísimo, no solo por cómo estaba escrita, sino por cómo ambos actores le dieron vida.
Las actuaciones son geniales y ambos se merecían el Globo De Oro y espero que se lleven también el Oscar, aunque me también gustaría que se lo llevase Amy Adams por La Llegada.
Hubo una frase en particular que me gustó mucho y habla sobre cómo el Jazz tiene que evolucionar y no quedarse estancado en el pasado, ya que así es como desaparecerá, y esto se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida y a cualquier carrera.
Hablando de los números musicales, a mí me encantaron todas y cada una de las canciones, y me gustó mucho la voz grave de Ryan Gosling, aunque la de Emma Stone me gustó pero la encontré demasiado aguda, como si estuviese cantando en falsete todo el rato.
La ambientación me chocó un poco, ya que se desarrolla claramente en la actualidad por el uso de iPhones, coches híbridos y portátiles, pero los platós y el vestuario están todos inspirados en los años 50, cosa que no explican en ningún momento, pero me imagino que se trata de un homenaje a los años dorados de Hollywood y ayudan a idealizar este sueño.
Lo que más me gustó de la película es la forma que tiene de hacerte ver que vale la pena luchar por tus sueños, sobre todo a las personas que se siguen una vena más artística.
Nota: 9.5/10
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